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Channel: Kiko Amat: Bendito Atraso » hungry beat
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Losers corner: una entrevista exclusiva con The Claim (Pt.1)

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En Bendito Atraso hemos hablado hasta la extenuación de The Claim, uno de los grupos más injustamente olvidados de los ochenta. The Claim lo tenían todo: filo-modismo, modernidad, ambición mezclada con principios firmes, tradición Kinks-Who-Jam, atención al detalle local, elegancia y empuje, alboroto pero también melancolía y pesar, espíritu y dialéctica de melodrama kitchen sink, posicionamiento político, tupés + flequillos, baladas y barullo. Podrían haber sido tan grandes como The Housemartins. Merecían haber sido mucho más grandes que Blur. Y pese a que les amaron Bob Stanley, Everett True, Kevin Pearce y otros próceres del periodismo musical inglés, las críticas entusiastas nunca se tradujeron en éxito popular. The Claim corrieron la misma suerte que The Jasmine Minks, The Go-Betweens o The June Brides: olvido con culto entre algunos cientos o miles de fanáticos.

Desde aquí –pobres de nosotros- no podemos “turn back the hands of time”, que diría Tyrone Davis, pero sí podemos reivindicarles, recomendarles, celebrar su pasión y brillo. Y una forma de hacerlo, y hacerlo bien, es entrevistando a uno de sus miembros e ideólogos. Desde aquí, y en dos partes, una charla exclusiva con David Arnold, guitarra de la banda.

Veníais de un pueblo pequeño del sureste inglés, pero -en tus propias palabras- The Claim mirabais “hacia el exterior”. Algunas de las mejores cosas surgen desde ese particular punto de vista: la insularidad mezclada con curiosidad famélica por ver mundo.

Por supuesto. Todo se basaba en la imaginación juvenil. El pueblo en el que crecimos era minúsculo. Cuando íbamos al pueblo más cercano para comprar discos, y más tarde a hacer nuestros primeros conciertos, nos parecía una gran metrópolis. Pero la cultura popular de masas permite imaginar conexiones más grandes. En Chatham o Gravesend en el invierno de 1981, escuchando el Sandinista o discos viejos de blues y soul, imaginábamos lo que debía ser vivir en Nueva York o Chicago. Siempre aspiramos a ser parte de un mundo pop más amplio. En aquel momento, y este fue el más grande de todos los legados del punk, lo hicimos todo por tratar de ser (desde nuestro punto de vista) originales; no sólo copiar y hacer lo obvio. Extrañamente, en una especie de proceso de retroalimentación inversa, después de haber imaginado el gran mundo de allí fuera terminamos sonando más rurales, celebrando lo local, el pueblo pequeño, la villa inglesa. Había algunos personajes reales y peculiaridades de la vida cotidiana que nos rodeaban, y nos pareció que tenían que enchufarse en un universo pop mayor. Darlos a conocer.

También afirmaste que erais “paletos poco articulados”, pero que la música os dio una nueva capacidad de percepción y expresión. Yo vengo también de un pueblo relativamente pequeño y puedo decir que la música pop era la única forma de acceder a belleza en la atmósfera triste, fea y aburrida de mi adolescencia.

Eso es, Kiko. La música sigue siendo mi mayor placer. Cuando está bien hecha es arte puro. Me encanta. La primera vez que lo experimentas, sobre todo cuando no hay otro tipo de arte o belleza a tu alrededor, es algo muy profundo. Por supuesto, esto sucede de distintas maneras. Sí, existe una música especial que conecta contigo emocionalmente, escrita e interpretada por personas que consideran que su música es arte. Pero también está la parte comercial del asunto. Cuando empezamos no éramos particularmente cool. Desde luego no escuchábamos nada tremendamente sofisticado. Pero lo que recibimos de la música que escuchábamos, el golpe emocional y estético de (por ejemplo) “Thick as Thieves”, “Wasteland” o “Baba O’Riley” era, y todavía creo que es, equivalente a lo que uno pueda obtener de una gran obra orquestal, una pintura o una pieza de cine clásico. En aquel momento no existían muchas otras cosas que te proporcionaran algo así, tal vez la ocasional película rara, o el paisaje a través de los pantanos.

Además, en esa situación, el pop es lo único que articula tus pensamientos más profundos, los que aún no has aprendido a ordenar con palabras. Como Irish Jack, un famoso mod original, le gritó a Pete Townshend de The Who después de verles tocar “I Can’t Explain” por primera vez: “¡Habéis articulado algo que sentíamos pero no sabíamos cómo decir!”

Qué casualidad, curiosamente acabo de leer esa cita de Irish Jack en la autobiografía de Pete Townshend, Who I Am. Su noción del manifiesto del Goldhawk Social Club, en el sentido que Townshend se erigió como portavoz de los niños para quien estaba tocando, es muy poderosa. La mejor música permite esa conexión entre artista y público; lo sabes cuando la escuchas. The Who la tuvieron durante un corto periodo. The Jam también. Desde luego, The Claim aspiramos a lograr esa conexión, pero, ya sabes, ¡jugábamos en una liga menor! La época también era diferente. La década de los ochenta, principios de los noventa, fue una época extraña. Mucha música en aquel momento buscaba ser inteligente, auto-referencial y poco dispuesta a comprometerse emocionalmente. Nuestras mejores canciones, como “Bitter Little Pieces” y “Losers Corner” creo que trascendieron todo aquello.

Kevin Pearce fue vuestro mentor. Él ayudó a desarrollar vuestras ideas “en una narrativa”, como tú lo definiste. ¿De qué manera? ¿Era vuestro Pete Meaden[1]?

Kevin suministraba las palabras, la explicación de lo que éramos. Él articuló la historia de quiénes éramos y por qué éramos importantes. No era realmente un Pete Meaden, porque nunca nos quiso convertir en algo que no éramos o obligarnos a hacer cosas que no queríamos, incluso nos forzó a mantener nuestro nombre cuando vacilábamos. Kevin nos dio gran fuerza y ​​aliento, y captó inmediatamente que Dave Read[2] era un artista único. Pearce acababa de publicar la primera edición de su nuevo fanzine The Same Sky cuando nos conocimos. Había escrito anteriormente Hungry Beat, que fue muy importante en los primeros días de Creation Records. De hecho, el primer número de Hungry Beat puede verse en la portada del primer álbum de Biff Bang Pow!. Nos movíamos en círculos similares. Había visto tanto a The Claim como a una brillante banda de Manchester llamada Laugh tocando con sus también favoritos Jasmine Minks, y escribió acerca de las dos bandas de una manera que sugiere que nos tomó en serio: Laugh y The Claim como posibles herederos al trono del pop brillante. Por supuesto, eso nos impresionó. Éramos un grupo minúsculo, tocábamos en lugares pequeños y éramos los habituales teloneros a primera hora de la tarde. Poco después Jim Shepherd, el frontman de Jasmine Minks, me dijo que Kevin iba a comenzar un sello, y unas semanas más tarde estábamos en él. Había algunas cosas que limar antes de nuestro debut. Kevin quería hacer un single y nosotros un álbum. A continuación, el distribuidor se cabreó, en parte por el coste de un álbum y en parte porque el primer lanzamiento de Kevin, Way Ahead de Hurrah! fue, desde el punto de vista del sello de Hurrah!, un pirata. De todos modos, al final lo conseguimos. Estuvo con nosotros hasta el single “Sporting Life”/”Sunday”, tirando de sus propios ahorros para seguir sacando lanzamientos de Esurient. Tras Boomy Tella, nuestro segundo álbum, el fabricante y distribuidor cerraron el grifo. Pese a algunas buenas críticas, y dos o tres apariciones en el programa de John Peel, el disco se vendió mal. Uno de los defectos de la forma en que se distribuían entonces los discos independientes era que las tiendas sólo aceptaban discos que estaban siendo promocionados activamente, lo que nunca podíamos pagar. El resultado fue que nuestro disco llegó a muy pocas tiendas, y no mucha gente pudo comprarlo. Kevin le hizo un corte de mangas a la distribuidora y decidió pasarse al Hazlo Tú Mismo. Nosotros cubríamos los costes de grabación, y Kevin pagaba el prensaje, y empezó a ejecutar una operación de venta por correo desde su dormitorio. Era un purista. Trabajó sin descanso para nosotros, también para Emily y los Hellfire Sermons, pero en última instancia acabó completamente desilusionado con todo el asunto. Quizá buscábamos cosas diferentes. No puedo negar que nosotros queríamos tener éxito.

Creciste con Kinks, Jam, Smiths, Who… ¿Quién más ayudó a dar forma a vuestro sonido y la estructura de vuestras canciones? O, simplemente, ¿de qué grupos eras fanático cuando empezaste con The Claim?

Muchos. Definitivamente hubo diferentes influencias en diferentes etapas de nuestra carrera. Siempre escuchaba a los Beatles, The Jam y The Who. Dave y Martin también. Pero David Bowie también fue importante para nosotros, su material pop de principios de los 70’s. Luego cosas del punk / new wave : The Clash por supuesto, los Sex Pistols, Elvis Costello. Había un montón de cosas interesantes en nuestra zona, cuando empezamos a tocar en los pueblos del Medway, alrededor de 1984: Wipeout, The Prisoners, The Milkshakes… The Dentists fueron importantes a nivel local. Al igual que nosotros empezaron a tomar cosas de la música independiente de la época, incluyendo a los grupos de Creation. Me encantaban Jasmine Minks y Biff Bang Pow! Conviene añadir que también amábamos la música de baile. Mucho soul, R & B, reggae y jazz, y hacia 1990 era imposible no escuchar cosas como Soul II Soul, Massive Attack y Gangstarr.

Mucho se ha escrito sobre la escena y el sonido Medway. Erais muy distintos de Billy Childish, Graham Day y los demás, sobre todo por vuestra sensibilidad pop moderna. Utilizabais los 60’s para construir música de 1987, cosa que ellos no hacían.

A ninguno de ellos le interesaba en absoluto el mundo moderno. Recuerdo que me enfadé bastante en una incursión musical temprana a Chatham. Me encantaban The Prisoners y bebía de cada palabra que soltaba Graham Day. Él no me conocía; yo solo era un joven fan que pululaba por allí y en los conciertos le acosaba un poco. De todos modos, una noche se presentó en un show que dábamos en el bar del sótano del Churchill, en Chatham, a ver a la banda principal (los Daggermen, creo). Después de haber tocado me acerqué y le pregunté qué pensaba de nosotros, esperando sin duda un ofrecimiento para telonearles en ese largamente codiciado concierto en la gran ciudad. El resultado fue que no le gustamos en absoluto. Fue bastante contundente y honesto. Pero lo que me molestó no fue eso, sino el comentario de que sabía que no íbamos a gustarle antes de haber tocado una nota ¡porque teníamos un kit de batería moderna, no un kit vintage de los sesenta!! Bueno, eso endurece tu determinación, la verdad, tu voluntad de hacer lo tuyo. Curiosamente David y Martin terminaron en uno de sus proyectos post-Prisoners (The Gift Horses) y David, de hecho, incluso trabajó con él en el Cuerpo de Bomberos. También es cierto que llegamos a nuestra cima poco después de que se hubiesen separado y la escena Medway ya había evolucionado. The Dentists iban en ascenso en 1986/87, igual que nosotros. También estaban los Men From Memphis, Hyacinth Girls, Three Burning Souls, Apricot Brigade, Envy, Swinging Time y The Love Family, todos ellos sonaban más contemporáneos y en fuerte contraste con las bandas Medway más orientadas hacia los sesenta. Y en 1987 había un gran promotor, Terry Lane, que organizaba conciertos con las grandes bandas independientes del momento, como Wedding Present y My Bloody Valentine.

Supongo que a Billy Childish vuestro amor por The Smiths debía sonarle como la chifladura pecaminosa total.

Es difícil describir lo emocionante que era estar en el vecindario de Billy Childish. Sé que no le gustaba lo que hacíamos musicalmente, pero siempre fue alguien accesible, alentador y preparado para atraer e inspirar a cualquier persona que se tomara el tiempo y la molestia de hablar con él, o al menos desafiarlo a un juego de ajedrez en el Grutts Café de Rochester. Había asimilado la ética punk que pregona que uno debe hacer las cosas por sí mismo, así que todo aquel que tratase de hacer algo creativo, diseñar un cartel, ponerse a tocar o sacar un disco, estaba haciendo algo que valía la pena desde su punto de vista. Era una perspectiva muy democrática. Los conciertos de los Milkshakes tenían ese espíritu, algunos de sus discos también. Había otras conexiones. Trabajé con un gran tipo, Malcolm Polo, que había sido vecino de Billy. Él me obsequiaba con historias sobre Billy haciendo explotar cosas en su jardín trasero. Malcolm había sido marino mercante y había estado con John Lennon en Liverpool y Hamburgo. Era una historia cautivadora y sé que a Billy le encantaba.

Mi único problema con el arquetípico rock’n'roll y garage punk al estilo Headcoats es la falta de melancolía. Necesito ese pop sin armadura, un poco triste y nostálgico a veces, al borde del folk (a lo “English Rose” o “A sense of Belonging”). El punk de Medway tiene toda la crudeza y energía y pasión, sí, pero no buenas baladas.

Estoy de acuerdo. Los Prisoners tenían elementos de melancolía. “Mourn my health” y “Thinking of You”, por ejemplo, y algunas de las canciones del Thewisermiserdemelza. Me hubiera gustado que desarrollaran esa faceta un poco más. La única vez que casi me metí en una pelea con Billy Childish y Mickey Hampshire, por cierto, estaba en el Nag’s Head de Rochester y el motivo fue esa falta de contrastes en su estilo. Creo que Billy hizo alguna broma acerca de mi novia, sobre su pelo o cutis, y yo le respondí que todos sus discos sonaban igual. Lo siguiente que sé es que estábamos fuera a punto de zurrarnos, aunque por fortuna al final prevaleció el sentido común. Pero lo dije en serio. The Milkshakes y los subsiguientes grupos de Billy eran siempre geniales en directo, pero sus discos eran aburridos, y todos sonaban igual.


[1] Mod face original y uno de los fundadores del asunto. Fue manager de The High Numbers, y se le atribuye la responsabilidad de convertir a The Who en el grupo favorito (junto a Small Faces) de los mods de los sesenta.

[2] Vocalista, compositor y frontman de The Claim.

(Esta ha sido la primera parte de una entrevista exclusiva de David Arnold, de The Claim, para Bendito Atraso. La semana que viene publicaremos la segunda parte. Entretanto, les recomendamos que se hagan ya con el imprescindible recopilatorio Black Path; retrospective 1985-1992, que llevamos años festejando)


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